#RealidadFicción La noticia

Recibió la noticia en aparente calma. No había sorpresas. Se lo habían dicho días atrás: la denuncia iba y nadie iba a meter las manos por él. Al menos, no por el momento. Había hablado con el secretario y lo intentó con el presidente. Pero nada le valió. Ni las alianzas que tanto beneficiaron a tantos –incluidos los que ahora lo negaban– ni las supuestas amistades que creía tener. Alguien soltó una bola de nieve que creció en silencio y ésta caía sobre él. No pensó que ocurriría. Para él, el asunto era uno de muchos que se leían en la prensa y que se perdían en la multitud de notas y escándalos políticos. Porque ¿qué político no había armado alguna trampa? Si todos los tramposos fueran castigados, ¿quién quedaría?, ¿quién gobernaría?

Recibió la noticia en aparente calma, sentado y con un whiskey en la mano. The good stuff, como le gustaba decir. Sólo agua mineral. Los del partido lo habían llamado para “externarle su apoyo” y para informarle que los abogados –leguleyos a sueldo que de tanto aprieto los habían sacado– ya preparaban la defensa. Le garantizaban, le juraban que no pisaría la cárcel. Pero él sabía algo más: que, aun con los mejores abogados, si La Silla lo quería, terminaría vestido con esas horrendas ropas de color caqui que tan mal le iban. ¡Se veía pálido!

Recibió la noticia en aparente calma, sentado y con un whiskey en la mano. Veía la ciudad desde su penthouse. Tantos años de trabajo para eso. ¡Cuántas botas debió lamer y cuántas transas ejecutar! Ahora todos olvidaban que él mismo había metido las manos y había tenido los güevos para arriesgarse tantas veces. Ya nadie se acordaba de esas hombradas cuando transportaba los dineros en sus finas bolsas Louis Vuitton. ¿No estuvo a punto de dejar su buen crédito en el camino… o en el aeropuerto de Chiapas?

Recibió la noticia en aparente calma, sentado y con un whiskey en la mano. Veía la ciudad desde su penthouse. Imaginaba la sede del partido aliado. Imaginaba al jefe recibiendo órdenes del verdadero jefe. Que armen la defensa… de palabra. Que le den su respaldo… de palabra. Que dejen claro que se respetarán las instituciones… de palabra. Todo de palabra. Y pensaba en las filtraciones y se preguntaba de qué oficina habrían salido, quién habría dado la orden, le habrían dado el puesto sólo para entretenerlo.

Recibió la noticia en aparente calma, sentado y con un whiskey en la mano. Veía la ciudad desde su penthouse. Imaginaba la sede del partido aliado. Imaginaba la de su partido. Los veía recibiendo llamadas desde arriba. Los veía haciéndose del rogar y encareciendo el negocio… como él había enseñado. ¿Por cuántas candidaturas lo habrán vendido?, ¿habrán sido alcaldías o curules? Si eran curules, esperaba que al menos fueran federales y no las mugrientas de algún congreso local. ¿Cuántas para Chiapas? Esperaba que al menos les hubiera alcanzado para un par de senadurías. Él, en su lugar, habría hecho lo mismo. Entregar al mismo Jesucristo si la oferta lo valía.

Recibió la noticia en aparente calma, sentado y con un whiskey en la mano. Veía la ciudad desde su penthouse. Imaginaba la sede del partido aliado. Imaginaba la de su partido. Luego pensaba en el reclusorio. En cualquiera. Ninguno en particular. ¿A cuál lo mandarían?, ¿se atreverían a mandarlo? Su “pecado” no era tan grave. Bueno. Al menos no por el que querían encerrarlo. ¿Por qué no decían nada sobre el negocito con su hermano? Mejor no darles ideas. Que ya no le muevan. No sabía cómo lo llevarían. ¿Esposado?, ¿todavía se usaban las esposas? ¿Querrían armar todo un espectáculo, como lo fue con la maestra?, ¿acaso esperarían dar un “golpe” para subir los ratings?, ¿bajando del avión?, ¿armas largas?, ¿cuarenta federales?, ¿cómo?

Recibió la noticia en aparente calma, sentado y con un whiskey en la mano. Veía la ciudad desde su penthouse. Imaginaba la sede del partido aliado. Imaginaba la de su partido. Luego pensaba en el reclusorio. Y, al final, en la fuga.


Este texto es una ficción. ¿Coincidencias?