Ricardo Anaya, de político improvisado a precandidato presidencial

Ricardo Anaya se ha convertido en un personaje enigmático.

Hace años, nadie sabía quién era este individuo. En su natal Querétaro se dice que previo a brincar a la dirigencia partidista; Anaya era un político menor, de esos que servían de mandaderos a los políticos de verdad.

Sin embargo, de la noche a la mañana, Ricardo Anaya saltó a la dirigencia nacional de su partido, gracias al apoyo de su antecesor, el coahuilense Gustavo Madero.

Lo llamativo es que tan pronto aseguró el puesto, Anaya cometió parricidio político y relegó a Madero.

Es así que luego del salto repentino, a muchos no queda claro si Ricardo Anaya construye una candidatura presidencial propia o trabaja en la postulación de uno de sus principales aliados: el poblano Rafael Moreno Valle.

A la especulación no ayuda que en ocasiones, Anaya se deja retratar con Felipe Calderón y Margarita Zavala; quienes pelearon a muerte con Gustavo Madero y hoy, parecen envíar el mensaje de que tendrían una relación más cordial con la nueva dirigencia.

Durante el periodo electoral que concluirá el domingo cinco de junio, Anaya ha buscado capitalizar la atención. Prueba de lo anterior es su aparición en los spots –de radio y televisión–, que corresponden a su partido.

Además, el queretano ha concentrado sus esfuerzos en los estados donde su partido tiene posibilidades reales de triunfo. Es decir, que se le ve con mayor frecuencia en Veracruz, Tamaulipas o Aguascalientes; pero casi no pisa entidades como Hidalgo y Sinaloa.

Por eso la pregunta, ¿qué opinan los panistas de su dirigente? ¿es Anaya el presidente que merece su partido?