Santa Lucía: ni funcionarios corruptos ni empresarios voraces

“El nuevo aeropuerto de Santa Lucía se construirá en tres años y no nos saldremos del presupuesto asignado, para nosotros cumplir con los costos programados y los tiempos establecidos es una cuestión de principios”, me dice el general Gustavo Vallejo, el ingeniero militar responsable de la construcción del nuevo aeropuerto que reemplazará, en lo que pueda, al que se estaba construyendo en Texcoco.

El general Vallejo, simpático, culto, dos metros de altura, no entra en el debate de si no era mejor Texcoco que Santa Lucía: como buen militar dice que ellos tienen una orden y simplemente la van a cumplir.

Le pregunto qué instrucciones recibió del presidente López Obrador y del secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval, y me dice que todo fue muy directo y en principio sencillo: un aeropuerto moderno, funcional, económico y sustentable.
El problema ha sido convertir todo eso en realidad.

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El general Vallejo es consciente de que los aeropuertos se construyen desde el cielo hacia la tierra, por eso están trabajando junto con la SCT y las empresas francesas que definirán el espacio aéreo que compartirán Santa Lucía y el actual aeropuerto capitalino, asumiendo que su tarea es exclusivamente en tierra, que construirán siguiendo las instrucciones de orientación que les definan desde las áreas de Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

El general, un muy experimentado ingeniero que hasta el año pasado fue el director de la Escuela Militar de Ingenieros y que como tal construyó las nuevas instalaciones de la misma (modernas, sustentables, funcionales, como se le pidió en el aeropuerto) en poco menos de dos años, quiere repetir esa experiencia y otras como las del enorme complejo de industria militar que se construye en el municipio de Oriental en Puebla (que visitamos y que resulta también sorprendente), en Santa Lucía.

Ya los equipos están armados: es un cuerpo de ingenieros militares, que en ciertas áreas tendrán asesoramiento de empresas civiles, junto con cerca de diez mil elementos que trabajarán en la construcción.

La base de Santa Lucía se conservará, incluso sus zonas habitacionales, casi en su totalidad, a las pistas existentes se le agregará, por lo menos, una con dimensiones muy amplias, y con todos los servicios que requiere un aeropuerto moderno (“tendrá uno de los malls más grandes del país”) y lo que está ya muy definido es cómo serán las vías de comunicación con el nuevo aeropuerto, que también serán construidas por militares.

Habrá un acceso directo con ampliaciones de vialidades existentes para llegar directamente a Santa Lucía, pero para el grueso del pasaje que seguirá en torno al actual aeropuerto, se establecerán carriles confinados en los cuales, con autobuses modernos, se comunicarán en los hechos las dos terminales (así funcionarán) en un viaje sin interrupción que durará aproximadamente 35 minutos.

La idea es que el pasajero pueda llegar si así lo desea al actual aeropuerto, allí documenta, deja su equipaje, incluso puede pasar migración y en la zona estéril aborda el autobús que lo llevará a su zona de embarque en el otro aeropuerto.

El espacio aéreo no será problema me asegura, porque se modificarán todos los criterios de aproximación para compatibilizar ambos aeropuertos. Se utilizarán sistemas satelitales diferentes a los actuales, pero ése, insiste, es un tema que deciden otras instancias.

Por qué los militares deben construir un aeropuerto civil, le pregunto. Primero, porque es una obra de utilidad pública, pero también de seguridad nacional; segundo, me recuerda, son innumerables las obras civiles que construyen o que terminan  (cuando por la razón que sea constructores civiles no las concluyen) en todo el país, y luego me insiste porque lo harán en tiempo y sin gastar un peso más de lo presupuestado.

Hay grandes empresas y muy buenos funcionarios, pero el gran drama de la construcción de infraestructura en el país, me dice, es cuando se topan un funcionario corrupto con empresas voraces, es una sangría, y eso ocurre a menudo.

¿Cuál será la mayor dificultad? Varias, me dice, una de ellas los grupos sindicales o laborales (transportistas, etc) que trabajaban ya en Texcoco, con muchos abusos y descontrol y que quieren participar (y lo harán, pero bajo otros criterios) en Santa Lucía y sus obras colaterales.

El general Gustavo Vallejo me asegura que en unas semanas estarán trabajando de lleno en el nuevo aeropuerto, primero quieren concluir perfectamente la planificación, porque es cuando esa planificación no es correcta o resulta insuficiente, cuando vienen los sobrecostos y la pérdida de tiempo, los dos grandes pecados de la construcción de infraestructura en el país.