“¡Se busca candidato presidencial! ¡Urgente!”

Al PRI de 2016 le urge encontrar un candidato presidencial que, de inmediato, inicie el activismo a favor de su partido, rumbo a 2018; la madre de todas las batallas.

¿Y por qué la urgencia?

Porque entre los principales opositores –PAN, Morena y PRD–, ya se estableció una clara polarización que podría rezagar de la contienda al PRI, mucho antes del arranque de las hostilidades.

Dicho de otro modo, que si el PRI no deja ver el perfil de su candidato presidencial –lo más pronto posible–, veremos la fuga de los presidenciables  más aventajados, del PAN y de Morena; Margarita Zavala y Andrés Manuel López Obrador, quienes están en abierto activismo.

Además, es previsible que en los próximos días el PRD mande la señal que confirme como abanderado presidencial al jefe de gobierno, Miguel Mancera, quien de inmediato deberá tomar el control del partido para impedir la fuga de Margarita y Andrés.

Y es que tanto el PRI, como el PRD, enfrentan el mayor dilema de todo partido político rezagado; ser arrollados por la polarización entre las figuras más destacadas, en éste caso del PAN y de Morena.

Por eso el PRI apresuró la designación de su nuevo presidente, responsabilidad que recaerá –luego de guardar las formas–, en el ex director de la CFE, Enrique Ochoa Reza. También por eso, el nombre del elegido, un impensable tecnócrata que, acaso por ello, trata de enviar el mensaje de un poderoso cambio generacional. No más líderes priistas de la vieja guardia.

Sin embargo, la polarización no es nueva. En 2012, ese fenómeno ya se presentó en los candidatos Enrique Peña, del PRI, y López Obrador del PRD.

Al momento –como lo muestran las encuestas–, ya se estableció una clara polarización en torno a los candidatos de la derecha y la izquierda; la señora Margarita Zavala y el señor Andrés Manuel López Obrador; choque que de no ser entendido y atendido podría dejar fuera al resto de aspirantes a 2018.

Por lo pronto, sabedora de los beneficios de esa polarización, la señora Margarita Zavala ya estableció con claridad quién es su principal adversario rumbo a 2018 y hasta cual será el escenario de batalla. En entrevistas a medios dijo que ella es “un peligro” para López Obrador.

Y es que sabedora de su privilegio de aventajada presidencial, la señora Zavala entendió que tiene “el sartén por el mango” y que puede establecer el territorio, las condiciones de la batalla y hasta al adversario. Y si el PRI “se duerme en sus laureles”, la pelea se podrá dar entre Margarita y AMLO.

A su vez, el dueño de Morena parece haber cambiado de estrategia en torno a la ex primera dama. Al arranque de las precandidaturas presidenciales, AMLO pareció iniciar una campaña contra la señora Zavala, a través del insulto al ex presidente Calderón.

López Obrador entendió que el golpeteo a los Calderón era una ruta sin futuro y pronto mudó la estrategia; reorientó misiles y apuntó a destruir a los precandidatos del PRI y del PRD. Y todo indica que el cambio de estrategia le dio resultados. Por la vía de la guerrilla urbana y usando a la CNTE como carnada –y a los aliados radicales del magisterio como ariete–, López Obrador reventó las aspiraciones  presidencial de Aurelio Nuño.

Y con las mismas armas pretende tirar la precandidatura de Miguel Osorio, el titular de Gobernación. Pero además, y a través del peso específico que aún tiene en el PRD, AMLO tratará de reventar la candidatura de Miguel Mancera.

Es decir, parece que López Obrador también prefiere a Margarita Zavala como adversaria.

Por eso, parece urgente que el PRI muestre a su candidato presidencial.

Y hasta es posible que veremos pronto, en la esquina de Insurgentes y Luis Donaldo Colosio, el siguiente anuncio: “¡Se busca candidato presidencial!” “¡Urgente!”.

Al tiempo.

Tomado de Milenio