Separar padres de hijos. Eso es fascismo. Punto

Por eso de que la cuña para que apriete… vino de un exdirector de la CIA una de las condenas más fuertes a la política de separación de padres e hijos migrantes ilegales, mexicanos y centroamericanos, detenidos en Estados Unidos.

El general Michael Hayden comparó la decisión del presidente Donald Trump con las prácticas nazis. “Otros gobiernos han separado madres y niños”, escribió en su cuenta de Twitter, sobre una foto en blanco y negro de un campo nazi de concentración y exterminio en Auschwitz.

La medida del gobierno estadounidense, que funcionó hasta hace dos días, recordó también los campos de internamiento de japoneses que tenía en su territorio y que separaron a padres de hijos durante la Segunda Guerra Mundial.

Se trata de una de las manchas más grandes en la decencia de Estados Unidos, cuyo presidente, al valerse de una medida fascista y criminal, pasó por encima de la historia de su propia nación, como principal vencedora del fascismo en ese conflicto bélico.

Trump no tuvo siquiera un ápice de la humanidad que ha caracterizado a la mayoría de sus antecesores en el cargo más alto de Estados Unidos, como James Carter, por ejemplo, quien solía decir: “Si la Casa Blanca no sirve para ejercer la compasión, no me interesa ocuparla”.

Se colocó, el actual inquilino de la Casa Blanca, a niveles de violación de derechos humanos de los Jemeres Rojos, cuyas atrocidades han sido refrescadas recientemente por la película Se lo llevaron: recuerdos de una niña de Camboya, dirigida por Angelina Jolie.

Sin embargo, el repudio a las prácticas racistas de Trump, que alcanzaron el punto más alto del término “abominable” con la separación de niños de sus padres, no debe hacernos olvidar que el mundo vive tiempos de cambio, en los que el autoritarismo y la represión son el pan de cada día.

En nuestro propio país, para no ir lejos, turbas de la CNTE han llegado a una de las muestras de odio más infames practicadas a lo largo de la historia, al rapar a maestros que intentaron ser evaluados para cumplir con la Reforma Educativa.

Y, en Guerrero, también la CNTE irrumpió en una fiesta de periodistas y retuvo a los participantes; los obligó a marchar y “ofrecer perdón” por bailar y les propinó toletazos. Además, en la CDMX, ató a adversarios con cuerdas y los hizo marchar con letreros de “somos ratas”.

Se trata de prácticas que evocan a los purgados de la revolución cultural china y a vejaciones de los franquistas durante la Guerra Civil española a más de 20 mil mujeres familiares de republicanos, rapándolas a modo de escarnio público.

No olvidemos algo, eh:

La historia vigila la memoria.