Simulaciones

Una de las banderas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido terminar con la simulación que, a su juicio, abundaba en sexenios anteriores.

“Como es un cambio, una transformación, a veces no se entiende que no podemos seguir con las mismas estrategias, no se puede poner vino nuevo en botellas viejas; es cambio de verdad, no simulación, no más de lo mismo”, dijo el Presidente el 10 de julio pasado, al anunciar el cambio de titular en la Secretaría de Hacienda.

“Puede ser que no todos sean profesionales del noble oficio del periodismo, pero aquí no hay simulación, no están sembrados por el gobierno”, afirmó el 19 de agosto, en respuesta a señalamientos de que hay reporteros en sus conferencias mañaneras que preguntan por consigna.

“He padecido los fraudes (electorales) y he dedicado muchos años a combatirlos; como Presidente estoy decidido a contribuir para acabar con la simulación”, comentó la semana pasada ante la acusación presentada por el PRD ante el INE de que está usando los programas sociales para construir clientelas políticas.

El diccionario define simular como hacer que algo parezca real no siéndolo.

En días recientes han ocurrido cosas en el gobierno de López Obrador que hacen pensar en que la simulación no es cosa del pasado. De una de ellas fue protagonista Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores.

Se sabe que al Presidente no le gusta viajar al extranjero. Ha preferido no asistir a reuniones como la cumbre del G20, en Osaka; la Alianza del Pacífico, en Lima; los encuentros bilaterales con el gobierno de Estados Unidos para resolver la crisis migratoria, y la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York.

Para estas funciones ha delegado la representación de México en el canciller Ebrard. Y es natural que un enviado no atraiga la misma atención que el Presidente entre los asistentes al acto internacional en cuestión y entre los medios. Sin embargo, por alguna razón difícil de entender, la oficina de prensa de la Cancillería difundió la participación de Ebrard en la tribuna de la Asamblea General acompañada de una foto que mostraba un lleno total en el recinto cuando éste se encontraba prácticamente vacío.

Eso es simular.

También lo es que la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, diga que investiga al director general de la Comisión Federal Electricidad, Manuel Bartlett, quien ha sido señalado en los medios por omitir propiedades y participaciones en empresas en su declaración patrimonial, pues el mismo presidente López Obrador se ha encargado de exonerarlo.

“Es evidente que está enfrentando una campaña en contra de su persona, de parte de los adversarios, de los conservadores”, dijo López Obrador sobre Bartlett la semana pasada.

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El que el mandatario respalde públicamente a Bartlett deja en calidad de simulación el anuncio hecho por Sandoval, el 10 de septiembre pasado –hoy hace tres semanas– en el sentido de que la dependencia a su cargo realiza una pesquisa “de forma rigurosa, imparcial y apegada a la legalidad” sobre el patrimonio del titular de la CFE.

¿Alguien creerá que va ser sancionado?

 

 Buscapiés

*Ayer en Imagen Radio, el director de la Fonoteca Nacional, Pável Granados, me dijo que los recientemente fallecidos artistas populares Juan Gabriel y José José habían contribuido, ambos, a resquebrajar la cultura machista mexicana. El primero nos sedujo a todos, sin aceptarlo; el segundo cantó en público lo que la mayoría de los hombres sólo se atreven a confesar ante sí mismos o en la absoluta intimidad: su fragilidad en la relación amorosa.