¡SON 32 MIL CASOS COMO “MARCO”!

El del joven Marco Antonio es una reproducción en sepia –o si se quiere una copia burda–, del grosero manoseo político electoral del caso de los 43 de Ayotzinapa. 

Es decir, un desaparecido –que en  éste caso terminó aparecido–, unos padres que juegan al martirologio para sacar raja económica –el pago por el circo en el juegan el juego del bufón–, un abogado “engañabobos” que busca sus tres minutos de fama y unos políticos que ya tienen un mártir en construcción. 

El problema, sin embargo, es que nadie ha sido capaz de decirle a los ciudadanos –esos a los que todos quieren engañar en las redes–, que el caso de “Marco Antonio” no es una excepción, sino que es un engaño con fines político electorales. 

¿Y por qué es un engaño político? 

Elemental, porque en todo el país existen por lo menos 32 mil casos como el de Marco Antonio –jóvenes desaparecidos, hombres y mujeres, que a nadie importan–, a los que nadie atiende, ninguna ONG pela y, sobre todo, a los que ningún medio de comunicación abre espacio como lo hicieron en el caso de Marco Antonio. 

Por eso, todos estamos obligados a las preguntas elementales. ¿Por qué esa grosera discriminación social y mediática? ¿Por qué todos decimos que estamos preocupados por el caso de Marco Antonio, cuando son más de 32 mil los “Marco Antonio” desaparecidos en todo el país, a los que no atendemos, no nos importan y por los que nunca realizaremos una marcha, una protesta, una movilización y menos un reclamo mediático? 

Por eso debemos volver a preguntar. ¿Por qué ningún partido político, ninguna ONG, ninguna de las oportunistas agrupaciones de la cínica “sociedad civil organizada” se preocupa por dos, tres, 200, dos mil, 20 mil desaparecidos como Marco Antonio? 

Por si no lo sabían, en México hay un total de 32 mil 277 personas desaparecidas hasta 2017, de las cuales el 73,7% son hombres y el 26,3% son mujeres. Llama la atención que de esta cifra, una gran mayoría, el 41% son jóvenes que tienen entre 15 y 29 años. ¿Por qué nos ocupamos de no y los otros miles a nadie importan? 

La repuesta a las anteriores interrogantes todos la saben. Porque el de Marco Antonio es un caso político electoral, un montaje con fines electoreros y del cual los padres del joven tendrán jugosas ganancias.     

¿Qué habría pasado si el caso de Marco Antonio no hubiese sido “tripulado” por lo barones de las mafias político electorales? Hoy nadie conocería a Marco Antonio, como lo conocemos todos. 

Pero tampoco nadie sabe que en las calles de Ciudad de México hay más de 6 mil indigentes concentrados en 440 puntos de los lugares más emblemáticos de la capital del país. 

¿Quién se ocupa de esos ciudadanos, de esos mexicanos sin empleo, sin futuro, sin vida, a los que la sociedad debe todo y el gobierno nada ha resuelto? ¿Quién atenderá a esos mexicanos en situación de calle y de muerte? 

¿Cuántos periodistas, cuántas ONGs, cuantos vulgares representantes de la “sociedad civil organizada” están cerca de los desaparecidos de los que nadie se ocupa, a los que nadie atiende? 

Por si lo no saben, cerca de 4 ciudadanos en situación de calle, deambulan en las principales ciudades del país, mientras que otros tantos viven en albergues públicos y privados. 

Por otro lado, a quién importa la cifra de muertes en el Metro, por razones de desesperación y suicidio? 

Dicha cifra está en focos rojos, pues en comparación con 2016 aumentó considerablemente. Es decir, en 2016 hubo entre 35 y 40 muertos por suicidios en el Metro y en 2017 el portal Letra Roja ha registró 64 muertos. 

A su vez, un informe del Instituto Nacional de las Mujeres reveló que en 2017 se cometieron 12 mil 811 casos de muertes de mujeres con presunción de homicidio. Por eso es el año más violento para las mujeres. 

En Veracruz, por ejemplo, se hallaron 343 fosas clandestinas durante 2017. En esas fosas había más de 225 cadáveres, además de 335 cráneos y más de 30 mil fragmentos humanos. ¿A quién le importa ese porcentaje de muerte? 

Está claro que el caso de Marco Antonio es dramático. Es evidente que se trata de un caso que merece toda la atención social y mediática. No hay duda que las instituciones están en situación de deuda. 

Sin embargo, también es cierto que se trata de un caso extremo en donde la sociedad toda tiene una gran dosis de culpa; es un caso en donde las redes y los digitales deben ofrecer una disculpa.    

Es decir, en el caso de Marco Antonio asistimos a un montaje en el que los medios tienen –tenemos–, una dosis importante de culpa. 

¿Hasta cuando? 

Al tiempo.