TAREAS DE LA PRIMERA DAMA

En nuestro país el papel de la primera dama, ha estado reservado a la esposa del presidente, entendiendo que su quehacer debe centrarse en la beneficencia y el altruismo social.

La primera dama de la nación, como se ha dado en llamar a la esposa del presidente, es generalmente una figura no muy brillante, ni llamativa, consciente que su papel no debe ser protagónico ni en lo social y menos en lo político, habida cuenta de ser valores entendidos la discreción y no robarle cámaras y micrófonos al titular del ejecutivo.

Empero, han habido algunas excepciones; primeras damas que no se resignaron a su rol secundario y que hicieron sentir el peso específico de su figura, siendo unas, más pintorescas que otras. Podemos mencionar entre las primeras damas que han sobresalido, a la esposa de Luis Echeverría, conocida como la compañera María Esther (Zuno de Echeverría), persona que solía disfrazarse con trajes típicos de las diferentes regiones del país y que si veía en las recepciones oficiales alguien que cometiera el error de ir alhajada, obligaba a la despistada al donativo forzoso de sus joyas, dizque para tener fondos para los pobres.

Otra buena pieza era Carmen Romano de López Portillo, mujer famosa por sus caprichos y excesos, que cargaba en los aviones oficiales hasta con el perico y que era afamada por cerrar para su solaz, exclusivos centros comerciales y que solía ir acompañada del famoso síquico Uri Geller, renombrado por doblar cucharitas.

También podemos mencionar a Martha Sahagún de Fox, mejor conocida como la Dulce Polly, mujer ambiciosa y corrupta, pero de cortos alcances, que no solo frustró la alternancia, sino que llegó a promover la idea de que en nuestra patria el mando lo ejercía la pareja presidencial, inoculando el concepto en la retórica presidencial y como Fox, además de marihuano, era mandilón, mansamente accedió e hizo mutis cuando Marthita trató de promoverse, a través de su fundación llamada, Vamos México.

Tenemos también a Margarita Zavala, que discretamente fue tratando de ocupar el lugar de Felipe Calderón, insinuando que le interesaba la candidatura presidencial, hasta que agredida por integrantes de un panismo cada día más vertical y autoritario, se vio en la necesidad de lanzarse por la libre, para competir por la presidencia de la república, haciendo un ridículo tan rotundo, que se vio forzada a retirarse de la contienda.

En la actualidad, la esposa de López Obrador, es una versión corregida y aumentada de todas las anteriormente consignadas.

Es más protagonista que nadie. Por eso, en un gesto de falsa humildad dijo que renunciaba a las tareas reservadas tradicionalmente para la primera dama.

Al igual que la hermana de López Portillo (Margarita), tiene ínfulas de escritora y no pierde ocasión para hacer notar sus dotes de literata, aprovechando el espacio que para ello le otorga la prensa servil, ansiosa de congraciarse con el régimen en turno.

Se siente también poseedora de una garganta privilegiada y su vanidad es de tales dimensiones, que en su casa, posee una especie de estudio de grabación y aprovecha la influencia de su posición, para grabar temas musicales, al influjo de los halagos y lisonjas que le prodigan individuos como Armando Manzanero, cuya dignidad es proporcional a su estatura, que ha de haberla cultivado, haciéndole creer que es la reencarnación de Ángela Peralta.

No sabemos hasta donde llegue el peso y la influencia de Beatriz González Mueller. Esperamos para bien de México, que se conforme con sus aspiraciones de artista en ciernes y no vaya Manzanero o algún otro de los lambiscones que la rodean, a hacerle creer que es una figura trascendental para la población de la patria y vaya a creerse más grande que Evita Perón.

Difícil papel de la primera dama. Exige discreción, equilibrio, sentido común y sensatez, elementos que brillan por su ausencia, entre las filas de la cuarta transformación. Así que para bien de la nación, esperemos que doña Beatriz siga escribiendo, cantando y hasta bailando en la tele si lo decide, pero por favor, que no se meta a la política; porque en ese rubro, su marido puede hacerlo mal solo, no necesita ninguna ayuda.

Dios, Patria y Libertad