TATUAJES, LOS RELATOS INSCRITOS EN EL CUERPO

El tatuaje ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. La palabra tatuaje proviene del tatán, vocablo tahití que significa “acto de dibujar” y lo que lo distingue es que el tatuaje perdurará en el cuerpo del sujeto para toda la vida.

En otras épocas y particularmente en occidente, los tatuajes estaban restringidos a ciertos sectores de una sociedad, y sólo eran permitidos para los hombres que se dedicaban a determinados oficios, como los obreros y los marineros, quienes ostentaban una musculatura prominente y con los tatuajes exhibían una especie de marca de virilidad.

El tatuaje muestra la relación que cada sujeto tiene con su propio cuerpo. Esta relación ha estado marcada por la generalidad de una serie de prácticas sociales –desde los ritos de la incisión, de la circuncisión—-, en las sociedades primitivas, hasta en lo que podría llamarse lo arbitrario de la moda, que igualmente determina las formas del cuerpo.

Pero, ¿por qué de la necesidad de inscribir algo en el cuerpo?

Diversos autores han concluido que se puede considerar al tatuaje como una expresión psíquica que se plasma en la piel, ante la dificultad de poner en palabras aquello que inquieta o que produce diferentes emociones. Un ejemplo de ellas son las separaciones.

Como aquellos enamorados que inicia una relación y tanto él como ella o ambos; buscan tatuarse el nombre del amado como para tener la certeza de que la relación será eterna y como una muestra de amor: “marco mi cuerpo con tu nombre, lo hago parte de él y lo incorporo así a la duración de mi vida“

Pero si la relación fracasa, la inscripción en el cuerpo podría tener el significado de un lunar maligno que se intentará eliminar.

Por el contrario, puede suceder que en el momento de un rompimiento, y ante la dificultar de dejar ir a la pareja, se intente tatuarse el nombre o algo que recuerde a aquel amor fallido y de esta manera mantener un vínculo con la persona ausente, “permanecer conmigo hasta mi muerte”.

Otra expresión psíquica de los tatuajes, está en relación con el componente erótico. Como el dolor que genera la aguja recorriendo cierta parte del cuerpo y que puede llegar a producir cierto placer, lo que provoca fantasías masoquistas en donde el sujeto es sometido a un dolor placentero que le produce el tatuador como su verdugo.

El componente erótico también está depositado en buscar la mirada del otro dirigida al cuerpo que exhibe diversos tatuajes y cuyas miradas le producen cierto placer exhibicionista.

También puede buscarse cubrir el cuerpo con infinidad de tatuajes que actúen a modo de caparazón, que lo protejan del contacto físico, pero no de las miradas que busca atraer.

En la actualidad, la inscripción de tatuajes se ha convertido en una moda a la que han accedido las mujeres a quienes, sin embargo, sólo se les permiten ciertos diseños discretos porque de lo contrario causan rechazo.

Inscribir en el cuerpo lo que no se puede elaborar psíquicamente para ponerlo en palabras, hace que en el tatuaje exista parte de la histeria del sujeto, pero también es cierto, que se busca dejar estáticas ciertas experiencias en un mundo de cambios.