Tiroteo de San Bernarndino, ¿sobre qué es el debate?

Los últimos reportes sobre el tiroteo en San Bernardino, California, vinculan a los asesinos de 14 personas con el Estado Islámico (EI).

De acuerdo con The Washington Post (TWP), “una de las dos personas involucradas en el ataque de San Bernardino donde murieron 14 personas juraron obediencia al líder del Estado Islámico, la pista más clara de que esto fue un acto terrorista, dijeron dos oficiales”.

Estos rumores habían circulado desde ayer por la tarde y parecen confirmarse con lo informado por oficiales del FBI.

Las primeras reacciones al respecto sugieren que la opinión pública norteamericana se ha dividido y, mientras la derecha más radical –identificada con el partido republicano– lanza consignas contra todo lo vinculado al Islam,  otros –más razonables– proponen que el debate se establezca en torno a la política de venta de armas en el país, y no sobre una posible cacería contra todo lo que sea el Islam y anexas.

Y ese, a nuestra opinión, debería ser el enfoque a seguir.

David Ignatius, también en The Washington Post, escribe en su artículo “The one clear lesson of San Bernardino: Block access to the deadliest weaponry” –La única lección clara de San Bernardino: bloquear el acceso a las armas más mortales–:

¿El tiroteo de San Bernardino fue un acto de terrorismo o de furia contra el lugar de trabajo? Poco importa en términos de la necesidad de lograr una mejor regulación de la venta de rifles de asalto y armas semiautomáticas.

La evidencia creciente de que éste fue un ataque terrorista debería concretar un movimiento ciudadano para demandar una mejor protección contra este tipo de tiroteos masivos, tanto si son el trabajo de extremistas musulmanes, de iracundos militantes antiaborto, o de solitarios con inestabilidad mental.

Eugene Robinson, otro columnista de The Washington Post, secunda la postura de Ignatius. Escribe Robinson:

El común denominador en los tiroteos masivos es el uso de armas de fuego. Variables tales como la ideología política, el fervor religioso y enfermedades mentales son factores motivantes, pero la muerte llega por una pistola Y hasta que nuestra sociedad reconozca esta verdad tan simple, la lista a la que sitios como Colorado Springs y San Bernardino acaban de agregarse no terminará”.

Pero el debate no queda ahí. Además de focalizar el problema, Ignatius propone diversas alternativas si no para solucionarlo, al menos sí para paliarlo.

  • Repensar la Segunda Enmienda –donde se establece el derecho a la posesión de armas– y priorizar en las discusiones la conveniencia de mantenerla intacta o modificarla.
  • Dirigir los esfuerzos a limitar el acceso a armas por parte de terroristas y no a perseguir refugiados sirios.
  • Crear una lista de personas con permiso para adquirir armas. La autorización se daría después de una investigación de antecedentes.

Por otro lado, la comunidad musulmana en Estados Unidos también ha entrado al debate público con un texto de Haider Ali Hussein Mullick, presentado por The New York Times.

Haider Ali Hussein Mullick, que se cuenta en las reservas de la marina norteamericana, pide no dar al Estado Islámico una victoria con el tiroteo de San Bernardino. Argumenta que la lucha no debe hacerse contra el Islam –como quiere hacerlo ver el Estado Islámico– sino contra el terrorismo y el EI.

Sé por experiencia que más islamofobia sería el peor resultado para los esfuerzos de Estados Unidos para derrotar al Estado Islámico (…) Si no queremos caer en el juego del Estado Islámico en el que dice que América está en guerra contra el Islam, debemos parar esta islamofobia. Debemos separar a los pocos extremistas de la vasta mayoría de patrióticos musulmanes americanos que respetan la ley. ¿Cómo hacerlo? Trabajando con los (musulmanes) moderados y no contra ellos.

Hussein explica que la jugada del Estado Islámico sería “probar” a los musulmanes instalados en países occidentales que existe  una persecución contra el Islam. ¿Y para qué “probarlo”? Para granjearse apoyos en los lugares que considera enemigos. Pues, en vista de que más de 60 países de tradición musulmana se han opuesto a la yihad, el Estado Islámico carece de recursos humanos –por llamarlo de alguna forma– para seguir su guerra; por ello, la estrategia sería enlistar a musulmanes que se sintieran perseguidos en los países de occidente donde se han establecido. Y, en opinión de Hussein, no hay mejor forma de lograrlo que continuar por ese camino que él llama Islamofobia.

Asimismo, con datos oficiales y encuestas públicas, este hombre de la marina norteamericana señala que los musulmanes americanos no se oponen a la democracia ni a la convivencia con otras religiones; tampoco buscan eliminar el estado laico; sino que, en su mayoría, apoyan la libertad de culto y están dispuestos –y aun deseosos– de mezclar su cultura con “the american way of life”. Apunta Hussein que son poco más de 300 los casos de musulmanes americanos vinculados al Estado Islámico, de una comunidad que se calcula en tres millones. Es decir, menos del 0.01%. Pero advierte que una prevalencia de un discurso dirigido contra el Islam y no centrado en el Estado Islámico podría elevar la cifra. Y en todo eso parece tener razón.

¿Cuál es el rumbo que debe tomar la discusión sobre el terrorismo, el Estado Islámico y las armas? Aquí presentamos el que nos parece más adecuado.