Triunfo de “la legión de idiotas”.

En junio de 2015 –en entrevista con medios italianos–, Umberto Eco dijo: “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad”.

Y el escritor y filósofo puntualizó: “Ellos rápidamente eran silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho de hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles”.

Vale la memoria porque, en cuestión de horas, fue evidente la victoria de las “legiones de idiotas” en escándalos como el de los “guaruras” del Ferrari, el affaire entre Kate y El Chapo, la excarcelación por horas de la profesora Gordillo –para asistir al sepelio de su hija Mónica–, y la celebración del cumpleaños 75 de Diego Fernández de Cevallos, exhibida por el indiscreto periscope.

Y es que en el cumpleaños del “Jefe” Diego, la peculiar convocatoria indignó a “las buenas conciencias” y al “México bueno” quienes –cual jauría–, imaginaron quién sabe qué clase de “perversión de la mafia del poder” en una reunión que convocó a Carlos Salinas y Felipe Calderón, además de gobernantes y ex gobernadores del PRI, PAN y PRD; empresarios como Carlos Slim, deportistas, abogados, legisladores y ciudadanos de todos los credos, colores y filiaciones partidistas.

A nadie importó la virtud política de reunir y hacer hablar a los diferentes. Lo importante fue la siembra de odio.

Horas antes, las propias redes habían mostrado uno de sus rostros virtuosos; exhibir la barbarie de “los guaruras” del Ferrari. Sin duda hecho reprobable que en multitud fue repudiado por las propias redes. Y es que en ese caso se confirma que la violencia de un guarura es el retrato de la impunidad de su jefe. Pero el fenómeno virtuoso del Ferrari pronto se evaporó y dejó su lugar a la telenovela de Kate del Castillo y El Chapo.

La “legión de idiotas” –y periodistas hambrientos de “exclusivas”–, celebraron que Kate haya respondido “valientemente” al Estado mexicano en lo que llaman “persecución contra la actriz y contra El Chapo”. Sin embargo, pocos repararon en la paradoja que significa que al tiempo que en redes piden quemar en leña verde al “guarura” del Ferrari, por otro lado aplauden que la señora Kate convierta en telenovela al criminal más buscado, más sanguinario, que debe cientos o miles de vidas y que, por obra y gracia de las redes –y de cierta prensa–, pretenden ser convertido en héroe nacional. “El Chapo para presidente”, llegaron a decir.

¿De verdad la señora Kate y la “legión de idiotas” que aplauden la telenovela de El Chapo, entienden o tienen idea del tamaño de la deuda criminal de Joaquín Guzmán Lora con familiares de miles de muertos, desaparecidos, secuestrados y adictos? ¿Entienden la actriz y “la invasión de los imbéciles” que lo único que están promoviendo es la impunidad del mayor criminal en la historia mexicana?

¿Entenderán que la condena y sanción al “guarura” del Ferrari es minucia comparada con la monstruosidad delictiva de El Chapo?

No sabemos si Umberto Eco conoció a “la legión de idiotas” mexicanos que deambulan en redes. Pero lo que está claro es que ese instrumento privilegiado de la comunicación humana que son las redes, se ha convertido en signo distintivo de maniqueísmo, siembra de odio e intolerancia; tres enfermedades cuyo mayor brote se produjo en 2006, cuando en México enfrentó a hermanos contra hermanos por motivos electorales.

El problema es que aún nadie conoce la cura para el maniqueísmo, la siembra de odio y la intolerancia.

Al tiempo.

Tomado de El Universal