A casi cien días de que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, asumiera el cargo parece que su único objetivo era cortar cabezas y desmantelar al Estado mexicano. Tanto era su odio por las instituciones que cancelarlas o mutilarlas sólo deja la incógnita de saber ¿con qué pretende gobernar el Presidente?
Si bien el pueblo agradece que se le tome en cuenta, no es responsabilidad del mismo decidir por todo lo que se hace en el país pues, entonces, para qué existen los órganos e instituciones dedicadas a la materia; que cada individuo haga lo que desea porque si el presidente violenta la ley todos podríamos hacerlo.
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Según el texto de Soledad Loaeza en la revista Nexos, no se trata de acusar y demandar a diestra y siniestra, se trata de crear organismos que apoyen las iniciativas del mandatario mexicano. No se trata de centralizar el poder ni de hacerle creer a los mexicanos que López Obrador no se equivoca y que todo aquel que no coincida con su ideología es un vil traidor de la patria.
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