¡AMLO Y LA BURLA CONSTITUCIONAL!

Por donde se le quiera ver, la promesa presidencial de no reelección es una burla a la Carta Magna.

Y pueden decir misa –desde el presidente, pasando por algunos regañados que hoy buscan congraciarse con el poder–, pero lo cierto es que la firma de una carta compromiso de no reelección, de López Obrador, sólo tiene de histórico que es una grosera burla constitucional.

Y es una burla porque al momento de tomar posesión, el presidente protestó ante el Congreso en pleno, su compromiso constitucional de respetar la Carta Magna y las leyes que de ella emanan.

Por tanto, la firma de dicha carta no sólo resulta aberrante sino que ofende los preceptos básicos que soportan la ley suprema.

Eso sin tomar en cuenta la doble ofensa que Obrador lanza a quienes lo cuestionan, por un lado y, por otro, la confusión que incorpora al mandato constitucional de no reelección.

En el primer caso, resulta de risa que Obrador acuse de “hipócritas” y “conservadores” a todos quienes piensan distinto o no comparten su mesiánico pensamiento, cuando todos saben que el presidente mexicano representa lo más conservador y atrasado de la clase política mexicana.

Es decir, que pocos han llamado la atención sobre la rijosa y primitiva argumentación de un presidente que no entiende que todos los días exhibe su conservadurismo y mitomanía al insultar a sus adversarios, al ofender a la realidad y hasta el sentido común.

Y si dudan, basta recordar lo que dijo AMLO en la carta compromiso: “Mis adversarios políticos, los conservadores -que creen que soy como ellos porque su verdadera doctrina es la hipocresía -, vociferan que la propuesta de someterme a la revocación del mandato encubre la intención de reelegirme en 2024”.

¿Qué decir de los calificativos lanzados por el presidente a los “adversarios”: adjetivos como “conservadores” e “hipócritas” que “vociferan”?

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Pero no es todo. AMLO califica como “infundios” los señalamientos de que busca la relección en 2024 y se ratifica como maderista y partidario de los principios de “Sufragio Efectivo y No Reelección”.

Sin embargo, el teatro montado por el presidente resulta no sólo ridículo sino que confirma a un López Obrador mentiroso y que hoy sólo quiere ganar tiempo.

¿Por qué?

Porque si Obrador considera sin fundamento –infundadas–, las opiniones de que aspira a la reelección en 2024, ¿por qué les hace caso y por qué llegó al extremo de hacer una promesa pública de que respetará la Ley Suprema?

¿Acaso no bastaba con recordar que al protestar la Constitución y las leyes que de ella emanan –en su toma de posesión–, el presidente estableció el compromiso de la no reelección, frente al Congreso?

¿Para qué la teatralidad política de firmar un documento sin valor legal alguno, que lo obliga a nada frente a la Constitución y que no puede ser combatido o exigido por autoridad alguna, incluido el Congreso?

En el fondo, con la firma de su promesa compromiso, Obrador trata de ganar tiempo y pretende calmar las aguas enardecidas por lo malquerientes que, con toda razón, rechazan la propuesta presidencial de meterse a la boleta de las elecciones intermedias, con la zanahoria de la ratificación de mandato.

 Y es que –como saben–, todo el escándalo mediático empezó precisamente cuando el presidente Obrador prometió enviar al Congreso una reforma constitucional que obligue votar la revocación de mandato, en la misma elección para renovar la Cámara de Diputados federal.

Está claro que por todos los flancos, la revocación de mandato es un ardid del presidente para sacar raja política. ¿Por qué?

Porque lo coloca a las puertas de la reelección, porque lo convierte en ariete de los aspirantes de Morena a San Lázaro para 2021 y porque el presidente sigue apareciendo en las boletas de una elección federal, con todo lo que ello significa.

En pocas palabras, en México no tenemos a un presidente sino a un candidato presidencial eterno.

Al tiempo.