¡NO, NINGÚN PERIODISTA ES SU ADVERSARIO, PRESIDENTE!

Otra vez, como ya es costumbre, el presidente Obrador se equivoca de adversarios y hasta de enemigos.

Otra vez, como también es cotidiano, el presidente la cargó contra los periodistas, listado al que agregó a escritores y a la llamada sociedad civil, para meterlos a todos en “el costal” de supuestos enemigos de su gobierno.

Y la nueva andanada se debió al enojo de Obrador por la paliza que las “benditas redes” le dieron a su gobierno a causa del más reciente escándalo de Palacio; el simpático #LonganizaGate que fue tendencia y produjo cientos de hilarantes memes.

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Pero claro, como hoy el sarcasmo colectivo ridiculizó al presidente y a su gobierno, pues ya no le gustó a López Obrador quien, en respuesta cargó de nuevo contra los villanos favoritos de su gestión; los periodistas.

Así lo dijo en “la mañanera” de ayer miércoles, 7 de agosto: “Cuando sale la información (del #LonganizaGate), pues no se necesitan bots, ‘¡y, a darle que es mole de olla!, éste es el momento, ya lo tenemos, todos son iguales…”.

Luego, Obrador aseguró que el simpático #LonganizaGate, sirvió “para que mis adversarios sacaran el cobre” y aclaró que entre sus adversarios “están periodistas, escritores y la sociedad civil; finísimas personas todos ellos”. 

Al final, ya con el enojo instalado en el rostro, sentenció en tono amenazante: “se dieron vuelo, ayer estaba revisando y es muy importante conocer a los participantes que se exhibieron; fue como quitarse la máscara”.

Por eso, el presidente no reparó en exigir “que se disculpen aquellos que se dicen independientes” y que hicieron del #LonganizaGate tema tendencia en redes.

Y decíamos que se equivoca el presidente, porque López Obrador no entiende o no sabe –o ninguna de las dos–, que ningún periodista mexicano o del mundo entero es su adversario.

¿Por qué?

Porque si acude a la Real Academia de la Lengua, presidente Obrador, entenderá que “un adversario es una persona o grupo que compite con otros que aspiran a un mismo objetivo, o a la superioridad en algo”.

Porque los adversarios de un político o de un gobernante, presidente Obrador, son los políticos –de todos los partidos opositores al suyo–, que aspiran al poder; a ocupar su cargo de presidente y del partido hegemónico.

Los periodistas verdaderos, presidente –categoría en la que no están sus aplaudidores–, no aspiran a cargo público alguno y menos a pertenecer a un partido como Morena y tampoco a un gobierno dictatorial, como el suyo; una tiranía carente de democracia y que cancela libertades básicas como las de expresión y la libre manifestación.

No, presidente, los periodistas que critican a su gobierno no lo quieren fuera del poder, porque ese no es el papel de los periodistas; y el trabajo de los periodistas en su gestión, presidente Obrador, tampoco es “darse vuelo” con bulos, con mentiras falsas o con Fake News.

No, presidente, el papel de los medios independientes y de los periodistas sin consigna partidista, es denunciar todas las irregularidades, los abusos, los excesos y las raterías de todas las formas del poder; sean el poder político –como el suyo–, el religioso, económico o los poderes fácticos.

Y en el caso del #LonganizaGate, presidente Obrador, no sólo quedó al descubierto un intento de abuso en el gasto de su gobierno, pues se confirmó que tiene cerca de usted a los peores en el manejo de comunicación, de crisis, imagen y de conflicto.

Y, como muchos lo engañan presidente Obrador, nunca le dijeron que el documento de casi 70 páginas que revela el origen de #LonganizaGate es un documento oficial, con el logotipo de su gobierno y que de manera torpe avalaron sus empleados.

En efecto, hasta hoy nadie sabe cuánto de lo que dice el citado documento se compró, cuánto no se ha comprado o si nada se adquirió. Y no se sabe porque su gobierno es opaco. Pero nadie puede negar que existía la intención, en la casa presidencial, de comprar chorizo y longaniza a precios de escándalo.

Por lo demás, presidente, “no vea moros con tranchetes”, sus enemigos verdaderos están en su partido, en la ineficacia de sus colaboradores, en la lambisconería de sus aduladores, en la abyección de sus corifeos y, sobre todo, en la ceguera y la sordera de usted, presidente, que imagina que ya no es terrenal, por haber llegado al poder presidencial.

No se cuide de sus críticos, presidente; cuídese de quienes lo elogian y de aquellos que a todo le dicen: “¡sí, lo que usted diga!”

Al tiempo.